El día 28 de diciembre de 2007, el diario “El País” publicaba una entrevista a María Jesús Paredes, con motivo de su dimisión como secretaria general de la Federación de Banca y Ahorro (COMFIA) de CCOO. No tenía ni tiene desperdicio, y se encuentra íntegra en la web del diario. Ya a la primera pregunta del periodista Iñigo de Barrón, la entrevistada muestra sus cartas:
“Pregunta. En ocasiones se le ha tachado de defensora de la banca. ¿Cómo lo ha vivido desde un sindicato de izquierdas como Comisiones?
Respuesta. Comisiones no es un sindicato de izquierdas. Es un sindicato a secas. Desde hace muchísimos años. No sé qué es un sindicato de clase. Somos un sindicato de carácter general, pero no de derechas ni de izquierdas...”
Puede que, dado el día de la publicación, alguien pudo pensar que se trataba de una inocentada. Pero los que conocimos de cerca al personaje y, sobre todo, los que hemos sido testigos de la deriva de su sindicato (quien esto escribe estuvo afiliado a CCOO hasta el año 1988) vimos en las palabras de Paredes el mejor resumen de la adulteración ideológica que ha acompañado al triste recorrido de las grandes instituciones sindicales en este país, en especial dentro del sector financiero. En el caso de CCOO, pasar de correa de transmisión del PCE en la transición a colaborador, en la actualidad y desde hace tiempo, con los intereses del sistema bancocrático.
Por eso no deben causar sorpresa pactos como el alcanzado entre el PP (sector Esperanza Aguirre), COMFIA-CCOO, la UIIC Unión Independiente de Impositores y Consumidores y, ojo al dato, Izquierda Unida. Este acuerdo, de fecha 8 de junio (un día después de las elecciones europeas) tiene como principal objeto el poner a tiro de piedra del ala más reaccionaria del Partido Popular, que Aguirre representa, el control de la segunda institución de ahorro y la cuarta entidad financiera del estado español. Buscando ganar, de esta manera, el pulso que viene librando al otro sector del partido de derechas, aparentemente más moderado, que lidera el actual alcalde de Madrid.
El pacto, llamado “Acuerdo por la Estabilidad y Desarrollo de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid” (colgado en la página web de COMFIA-CCOO) está adornado por toda una serie de apartados superfluos y, cómo no, otros “tranquilizadores”, como la valoración favorable de “los acuerdos alcanzados con la representación de los trabajadores durante el período 1996-2009” y la ratificación de “que los aspectos referidos a las relaciones laborales en la Entidad deben abordarse en un marco de negociación y acuerdo con los Sindicatos representativos...” (punto 9 del acuerdo).
Pero son en los puntos finales, el 13 y el 14, donde está el meollo del asunto. Para dar acomodo a todos los nuevos socios, de una parte se eleva (punto 13), de dos a tres, el número de vicepresidentes en el Consejo de Administración y se incrementan, de nueve a once, los miembros la Comisión Ejecutiva, además del Presidente, aplicando esta misma “garantía de pluralidad” a las comisiones delegadas del Consejo de Administración. Y, por supuesto “se garantizará la presencia en la Comisión Ejecutiva de la representación mayoritaria de los trabajadores en el Consejo de Administración”, fórmula para perpetuar la situación de privilegio que ya dura más de trece años, de la actual mayoría sindical.
Y en el punto final, el 14, la guinda: “Los firmantes de este acuerdo reconocen al grupo mayoritario dentro del mismo, su exclusiva capacidad de propuesta del candidato a Presidente del Consejo de Administración, y una vez valorada por el conjunto de los firmantes su idoneidad y adecuado perfil, se comprometen a apoyar conjuntamente su nombramiento en los Órganos de Gobierno”. O lo que es lo mismo: el pastel está repartido. CCOO, con este golpe de timón, deja “tirado” a su hasta ahora socio, el actual presidente de la entidad, Miguel Blesa.
En el contexto de la lucha por el poder en la Caja madrileña, todavía por definir, este pacto “contra natura” arroja mas sombras que luces sobre la situación y perspectivas de las Cajas de Ahorro, dentro de la situación de crisis. Habrá que estar vigilantes sobre los planes de remodelación que se ciernen sobre su futuro, el impacto de todo ello para la economía de los trabajadores y de la ciudadanía, y las consecuencias sobre el empleo en el sector.
Pero, de momento, una de las incógnitas que plantea este acuerdo de Caja Madrid es el grado de coherencia y convicción con la que, tanto CCOO como IU defenderán, a partir de ahora y ante los ataques de la derecha de Aguirre, el carácter público de servicios esenciales, como la sanidad y la educación, al menos en la Comunidad de Madrid.
Pep Juárez, (Secretario de Acción Sindical de la FESIBAC-CGT)
"El 7-J con luces delanteras" Miguel Romero (Extracto)
Caja Madrid es uno de los más potentes grupos financieros españoles y nada en los principios de su política de negocios le diferencia de cualquiera de sus competidores: hacen capitalismo financiero puro y duro. Según la especificidad institucional de las cajas de ahorro, los poderes políticos del territorio correspondiente tienen un papel determinante en su Consejo de Administración, en el que participan también representantes de organizaciones políticas con presencia institucional, sindicatos, usuarios, etc. Teóricamente, esta participación debería permitir un “control social” (objetivo que, por cierto figuraba en el programa electoral de IU: ahora podemos entender su significado real), pero en la práctica lo que permite es un reparto del poder, y del “pastel”, entre las diferentes organizaciones que integran el Consejo. Así, por los salones y los sótanos de Caja Madrid se han paseado las sombras de los escándalos político-financieros de los últimos años, desde el “tamayazo” hasta la operación Ciudad Deportiva del Real Madrid, escándalos que, con claridad o con oscuridad, han ensuciado a la izquierda institucional madrileña.
En el formato legal, Caja Madrid es una fuente de financiación privilegiada para las organizaciones que integran el Consejo en forma de créditos y dietas (por cierto, los ingresos de sus representantes de las organizaciones son un misterio, incluso para sus propios afiliados, el menos en el caso de IU). Y, sobre todo, es fundamental para la gestión financiera de las políticas de los gobiernos autonómico y municipal madrileños. Esto explica la guerra declarada entre Esperanza Aguirre y Gallardón por la presidencia de la entidad, guerra que por supuesto no implica desacuerdos políticos de fondo: en particular, ambos privatizan y destrozan los servicios públicos en sus respectivos territorios y ponen su influencia en Caja Madrid al servicio de estos fines.
Para IU de Madrid, y su jefe Ángel Pérez, la vicepresidencia de Caja Madrid es la joya de la corona. Ha otorgado ese puesto a una persona de su estricta confianza, Moral Santín (en sus horas libres, economista académico que no desdeña citar El Capital de vez en cuando). Y las negociaciones sobre el futuro de la entidad las lleva Miguel Reneses, otra de sus manos derechas. Para IU Madrid, Caja Madrid representa poder. No “contrapoder”, sino poder establecido, sometimiento a sus reglas, a cambio de la cuota correspondiente. El papel de Moral Santín en el Consejo de Caja Madrid ilustra bien cual sería el papel de un representante de IU en un posible futuro gobierno dirigido por el PSOE en la Comunidad o en Ayuntamiento: “disciplina institucional” y mantener el puesto a cualquier precio. O sea, “partido de lucha y de gobierno”, pero la “lucha” se limita a mantener el sillón en el “gobierno”.
Con toda probabilidad, así se justificará el pacto con Esperanza Aguirre: es “la que más nos da”. Esta real-politik contamina el discurso refundacional de IU. Así, se habla de “abrir las puertas de IU”, pero esto es lo que entra. Se reivindica “la parte más noble de la política”, pero se hace política innoble.
"El 7-J con luces delanteras" Miguel Romero (Extracto)
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