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LA REVOLUCIÓN EGIPCIA DEBE CONTINUAR SIN TUTELAS DEL EJERCITO

La revolución egipcia debe continuar sin tutelas del

ejército

Lunes 8 de julio de 2013,
 
Ni Morsi ni el ejército representan las aspiraciones a la libertad y la justicia social


Las enormes movilizaciones en Egipto que precedieron la caída de Morsi han mostrado el creciente rechazo social a su proyecto neoliberal reaccionario y cada vez más autoritario. Los Hermanos Musulmanes no estuvieron en el origen de la revolución egipcia, pero tras la caída de Mubarak se convirtieron en la principal fuerza política del país al ser la única organización opositora a Mubarak con una fuerte implantación y arraigo social. Su labor de gobierno ha dejado claro que su proyecto político está lejos de las aspiraciones populares que derribaron al dictador en 2011. Desde las protestas contra Mubarak en enero de 2011, el Ejército -la institución económica y política más importante del país- ha tenido como única intención asegurar una “transición ordenada”, así como encauzar las aspiraciones populares hacia sendas inofensivas para las estructuras de poder. Por ello, estableció una entente inicial con los Hermanos Musulmanes con el fin de hacer transitar el proceso revolucionario por el camino de la moderación sin cambios económicos estructurales. Es ahora, en medio de la constatación de la incapacidad de los Hermanos Musulmanes de garantizar la estabilidad del país, cuando el Ejército ha roto su alianza con Morsi.
La movilización popular desencadenada contra él muestra, por tanto, la firme determinación del pueblo egipcio de profundizar las aspiraciones de libertad y de justicia social que llevaron a la caída de Mubarak en febrero de 2011. Pero el desenlace de esta intensa movilización, con la toma del control por parte del Ejército mediante un golpe de Estado, pone de manifiesto también las enormes debilidades del proceso revolucionario. En particular, subraya la ausencia de un polo político favorable a la justicia social y a la profundización de la revolución. Es la ausencia de una alternativa política ligada a la movilización popular lo que ha permitido que el Ejército y sus aliados hayan podido tomar la iniciativa para intentar encauzar el escenario post-Morsi hacia sus intereses.
Se abre en este momento, por tanto, un periodo de gran incertidumbre para el proceso revolucionario. La determinación y capacidad de lucha del pueblo egipcio han quedado de sobra demostradas, pero también la fortaleza de las fuerzas de orden y del Ejército, que cabalgan hoy sobre las aspiraciones populares. El pueblo egipcio deberá seguir luchando para evitar que desde arriba se frenen sus deseos de cambio y para impedir cualquier involución autoritaria a manos del ejército y sus aliados, asícomo para evitar que el país se deslice en una caza de brujas,contra los Hermanos Musulmanes o contra cualquier organización que se oponga al Gobierno, y en una confrontación civil que lo suma en el caos y que pueda, además, ser rentabilizada por el ejército y la reacción para imponer una involución autoritaria.
Desde Izquierda Anticapitalista consideramos, por todo ello, que es necesario que la movilización social, la autoorganización popular del pueblo egipcio y la construcción de un polo democrático, de izquierdas y favorable a la justicia social avancen para que su revolución no le sea arrebatada por quienes quieren que todo cambie para que no cambie nada.
Izquierda Anticapilista
www.anticapitalistas.org
8 de julio de 2013

Revuelta en el Mundo Árabe, Charla-Debate en la Fé

El pueblo egipcio ha forzado la marcha del dictador. Otros tiranos seguirán el camino de Ben Alí y de Mubarak. Son los primeros compases de la revolución… pero, ¡cuántas falsedades ha desmentido ya, cuánta doblez ha desenmascarado! Nuestros gobiernos, en Europa y Estados Unidos, nos hablaban de “choque de civilizaciones”, nos advertían de la “amenaza islámica”. En el mundo árabe - nos decían - se agitaba una masa fanatizada de barbudos, una horda medieval que a duras penas contenían algunos gobiernos “moderados”. Por eso había que cerrar las fronteras a la emigración de esos países, dictar leyes especiales, someterla a vigilancia. Pues bien, he aquí que millones de hombres y mujeres se levantan exigiendo justicia social y democracia. Hemos visto a cristianos protegiendo a musulmanes, a musulmanes defendiendo a cristianos; a mujeres, con velo o descubiertas, unidas en la protesta. Hemos visto a una nueva generación ponerse en pié. Y nos hemos reconocido en la voz y los anhelos de un movimiento que ha desvelado el auténtico rostro de los gobernantes “amigos” de Occidente: el de la corrupción, los abusos sin fin y el terror policial.

Ahora, Obama, Sarkozy, Merkel, Cameron… saludan al pueblo y piden “transiciones pacíficas”. Trinidad Jiménez también se ha vuelto pródiga en consejos. Pero basta con echar un vistazo a las hemerotecas para encontrar fotos comprometedoras de toda esta gente. Y muy recientes. Abrazos, felicitaciones a los dictadores, recepciones oficiales… ¡Si hasta hace apenas unos días Ben Alí y Mubarak eran miembros de la Internacional Socialista! Carme Chacón admite que el gobierno fue demasiado blando con esos regímenes. ¿Quiere decir eso que, a partir de ahora, escuchará la voz de la juventud marroquí que se alza contra la monarquía? ¿Que la diplomacia española apoyará las demandas del pueblo saharaui? Lo cierto es que, mientras la ciudadanía egipcia celebraba su victoria, una delegación parlamentaria encabezada por José Bono se entrevistaba en Guinea con el presidente Obiang, un dictador cuya brutalidad sanguinaria es conocida… pero cuyas multimillonarias cuentas corrientes, alimentadas por las rentas del petróleo, encuentran cobijo en Madrid, en las arcas del Banco de Santander.

La alegría por las primeras victorias no debe hacer olvidar el alto precio pagado por ellas. Izquierda Anticapitalista se inclina ante los centenares de víctimas, abatidas por las fuerzas represivas. Muchos peligros se ciernen sobre la revolución. Mubarak ha tenido que marcharse, pero la columna vertebral del régimen – una casta militar enfeudada a los intereses de Washington – permanece. Los mandos del ejército se han apresurado a garantizar el respeto de tratados y alianzas; es decir, el flujo de petróleo a través del canal de Suez y la colaboración con Israel para seguir asfixiando a Palestina. Ni se ha liberado a los presos políticos, ni se ha derogado el estado de emergencia, en vigor desde hace más de treinta años. Muy al contrario: los generales prometen elecciones para más adelante… pero exigen el fin inmediato de huelgas y manifestaciones.
Y es que la intifada contra Mubarak, del mismo modo que la revolución tunecina, han sido preparadas por años de ascenso del movimiento obrero, de huelgas y protestas contra las privaciones y la carestía de la vida, contra las políticas liberales; años de represión y de resistencia. El grito de libertad de la Plaza Tahrir se ha sostenido sobre un potentísimo movimiento huelguístico. La lucha por la democracia nace teñida de inaplazables reivindicaciones sociales. Sí, la revolución no ha hecho más que comenzar. Su eco, amenazador para los dispositivos geoestratégicos de las grandes potencias, resuena ya en el corazón de las clases populares, desde Rabat a Teherán, desde Beirut hasta Indonesia. Se avecinan duras batallas que marcarán el destino del siglo.

La izquierda política y social europea sólo podrá reorganizarse, sobreponerse a años de postración y hacer frente a la crisis más grave y devastadora del capitalismo, colocándose decididamente al lado de la lucha de emancipación de los pueblos sojuzgados. Esto es, enfrentándose a las políticas imperialistas y a las expediciones neo-coloniales – como la guerra de Afganistán – de sus propios gobiernos. El Foro Social Mundial, reunido estos días en Dakar, ha convocado a una jornada internacional de solidaridad con la revuelta de los pueblos árabes para el próximo 20 de marzo. Ahí deben encontrarse el movimiento obrero, la izquierda crítica, los movimientos sociales… Mientras nos enfrentamos a recortes de derechos y a reformas antisociales que nos presentan como “inevitables”, cuando se firman resignadamente pactos de derrota como el de pensiones, los pueblos de Túnez y de Egipto, sus clases trabajadoras, están demostrando al mundo entero lo que se puede conseguir mediante la lucha y lo que significa la palabra dignidad.

Comunicado de Izquierda Anticapitalista

Este viernes 18 de Febrero 2011 a las 19h00 en el CSA la Fé 10 (Calle la Fé 10 en Madrid) Izquierda Anticapitalista invita a un Charla-Debate sobre Las Revueltas en el Mundo Árabe, con invitados:
-Fathi Chamkhi de ATTAC Túnez;
-Andrés Martinez Lorca, Catedratico de Filosofía de la UNED;
-Lucía Alba y Miguel Romero de Izquierda Anticapitalista;
-Un representante de Via Democrática - Marruecos;


Solidaridad con las revoluciones en Túnez y Egipto

Las revoluciones de Túnez y Egipto y las protestas que sacuden los países árabes son un acontecimiento de gran importancia. La izquierda anticapitalista europea debe movilizarse en solidaridad con los pueblos tunecino y egipcio y contribuir a profundizar los procesos revolucionarios en marcha. Para ello es fundamental fortalecer el sindicalismo combativo, las organizaciones anticapitalistas y los movimientos populares de estos países.

Desde Izquierda Anticapitalista hemos puesto en marcha una campaña de recogida de dinero para enviar a nuestros compañeros de la Liga Obrera Revolucionaria, una de las organizaciones anticapitalistas de Túnez e integrante del frente 14 de enero.

Las revoluciones en marcha necesitan de nuestro apoyo político, económico y militante.

Las aportaciones económicas deben hacerse a la siguiente cuenta bancaria (indicar en la transferencia: “Túnez”):
Nº de cuenta: 1491 0001 25 0010007700 (Triodos Bank)
Titular: Izquierda Anticapitalista

Egipto, Túnez...¡Viva la revolución!

“Siempre anacrónica, inactual, intempestiva, la revolución sobreviene entre el ya no y el todavía no, nunca a punto, nunca a tiempo. La puntualidad no es su fuerte. Tiene el gusto por la improvisación y las sorpresas. Ella sólo sabría, y esta no es su menor paradoja, acontecer si (ya) no se la espera.” Daniel Bensaïd.