Declaración de Izquierda Anticapitalista-Madrid, ante la Covocatoria de Manifestación del 12D de CC.OO y UGT.
Mucho ha tardado esta convocatoria. Hace ya muchos meses que la crisis arroja cientos de miles de hombres y mujeres al paro, que se deterioran día a día las condiciones de vida de la población trabajadora. En ese tiempo, la patronal no ha cesado de exigir despidos más baratos y nuevos sacrificios salariales. Por su parte, el gobierno de Zapatero ha entregado sumas ingentes de dinero público a bancos y multinacionales, mientras regateaba subsidios de desempleo y renunciaba a fiscalizar las grandes fortunas. Sin embargo, CCOO y UGT, las centrales más influyentes, se han pasado el último año repitiendo que no podían montarle una huelga general a ese “gobierno amigo”. Y hoy que sus dirigentes llaman por fin a salir a la calle, lo hacen soslayando la búsqueda de la unidad de acción con las restantes fuerzas del movimiento obrero… y reclamando una vez más el “diálogo” con unas elites empresariales envalentonadas. Está por decidir si esto va ser el inicio de una lucha seria o una rendición de armas. Pese a las evidentes limitaciones de esta convocatoria, acudiremos a ella con ánimo de reclamar lucha y unidad. Porque la crisis no ha hecho más que empezar. El modelo de crecimiento basado en la especulación inmobiliaria, los bajos salarios y el endeudamiento se ha hundido irremediablemente y nos deja un panorama de desolación, salpicado de escándalos. A nivel mundial, la crisis del capitalismo se conjuga con una crisis ecológica que amenaza la civilización humana. De nada sirve encomendarse a la iniciativa de quienes han engendrado esta crisis, subvencionar sus negocios y esperar una reactivación de la economía. El dinero entregado a los banqueros ha servido ante todo para propiciar nuevas burbujas especulativas.
Pero ya nada volverá a ser como antes. Si nos aferramos a la ilusión de una “concertación social”, si los sindicatos negocian en frío una nueva reforma laboral, eso sólo puede redundar en otro retroceso de nuestros derechos y debilitar nuestras fuerzas. Tenemos que ir hacia un movimiento general para exigir medidas enérgicas, favorables a la mayoría social y a la altura de una situación tan grave como ésta.
* Hay que detener la sangría de puestos de trabajo. Ningún despido más, garantizando el mantenimiento de contratos y salarios mediante cotizaciones patronales y partidas presupuestarias. Por razones económicas y ecológicas, muchas ramas de la producción, el comercio o los servicios deberán ser reorganizadas. ¡Que sea con la participación democrática de asalariados y asalariadas, y desde su permanencia en las empresas! La reforma laboral que necesitamos es la semana de 35 h sin disminución salarial. Por el reparto de todos los trabajos, incluido el trabajo doméstico.
* Hay que instaurar un subsidio indefinido de desempleo, parar los desahucios por impago de hipoteca o alquiler, revalorizar salarios y pensiones… Salario mínimo a 1.200 euros. Lejos de privatizar, se trata más que nunca de preservar y desarrollar los servicios públicos – sanidad, enseñanza, vivienda de alquiler asequible… - como factores de cohesión y justicia social. Si en algo debiera invertir el Estado es en un plan ambicioso de obras públicas centradas en la prioridad ecológica.
* ¡Y no caigamos en guerras de pobres contra pobres! No permitamos que el racismo envenene nuestros barrios y la inmigración se convierta en chivo expiatorio del sistema. No aceptemos que la crisis sirva de excusa para relegar los derechos de las mujeres. Sólo la lucha por la igualdad de derechos puede unirnos de verdad.
Nada de eso es posible sin plantearse otra lógica en el reparto de riquezas, sin dotarse de instrumentos potentes para cambiar las cosas.
* El fraude fiscal representa un 25 % del PIB. De los 1.500 contribuyentes que ingresan más de 24 millones de euros al año… ¡sólo 65 declaran pertenecer a esa categoría! ¿Hay acaso algo más urgente que una reforma fiscal progresiva?
* Es necesario arrancar de manos privadas los grandes sectores estratégicos de la economía. Hace falta unificar y nacionalizar la banca en un gran servicio público de crédito y ahorro, bajo control sindical y social. Hay que instaurar igualmente un monopolio público sobre la energía, los transportes, las comunicaciones...
Ante lo que se nos viene encima, sólo ese camino es realista. Habrá que empezar por apoyar las empresas en lucha contra los ERE, buscar la unidad con todos los sectores sociales golpeados por la crisis – campesinos, autónomos, estudiantes… Porque se trata de preparar una HUELGA GENERAL que sea una demostración de autoridad moral del mundo del trabajo, capaz de arrancar concesiones a la patronal e imponer una inflexión social a los poderes públicos
Izquierda Anticapitalista
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