Ya no cabe duda. Los medios tenían preparadas sus portadas con mucho tiempo de antelación para proclamar que la huelga había sido un fracaso. Pero la respuesta en la calle el día 29 fue todo un éxito. Hemos parado este país gracias al esfuerzo de sindicatos, organizaciones políticas de la izquierda y movimientos sociales.
Estos meses de preparación de la huelga han servido para que miles de activistas dejaran de lado el “diálogo social” y la concertación para volver a la senda de un sindicalismo combativo. Esto ha permitido la reintroducción en la sociedad, al menos en parte, de debates asociados a las condiciones de vida de la gente trabajadora. Sin embargo la situación que se abre está llena de incertidumbre. Una agresión como la que se pretende realizar sobre nosotros por parte del gobierno, la mayor parte de la oposición (fundamentalmente el PP , PNV y CiU), la Unión Europea y la patronal, requiere de una movilización prolongada en el tiempo, que modifique la conciencia y el nivel de organización de los y las trabajadoras (también de los sectores precarios y de otros que no se han incorporado de manera mayoritaria a las movilizaciones), y que, en definitiva, cambie la correlación de fuerzas en este periodo. Algo indispensable para afrontar el escenario de crisis que vivimos, y que el coste de ésta no sea asumido nuevamente por las clases trabajadoras.
Sería muy peligroso volver a la ilusoria senda de la concertación y no hacer un balance sobre los efectos desmovilizadores que ha tenido esta orientación sindical en estos últimos 15 años. Después del 29S hay mejores condiciones para recuperar la unidad, basada en una orientación combativa, entre movimientos sociales, organizaciones políticas de la izquierda y sindicatos. En base a esta orientación es necesario defender la unidad del sindicalismo alternativo, disperso en varias organizaciones; de los movimientos sociales que se han comprometido con la huelga, de la izquierda anticapitalista y combativa; y de los sectores combativos que están en los grandes sindicatos. Es preciso también, junto a lo anterior, impulsar la autoorganización de la gente trabajadora en centros de trabajo, barrios y localidades; algo muy importante a la hora de romper las inercias sindicales y controlar futuras derivas desmovilizadoras.
El objetivo común debe ser seguir empujando desde abajo en favor de la removilización social, y hacer que las direcciones sindicales mayoritarias tengan que seguir moviéndose. No podemos dejar que la brecha abierta el 29S se cierre.
Muchos cuadros medios y de las bases de los sindicatos mayoritarios, en particular CCOO, han mostrado en esta huelga una incipiente pero real voluntad de removilización, que hay que intentar consolidar y profundizar, con una orientación unitaria desde el sindicalismo alternativo hacia ellos, sobre la base de una política de movilización para el futuro. Se tienen que evitar derivas sectarias que confundan las orientaciones conciliadoras de las grandes burocracias con la actitud combativa de los sectores citados.
En la huelga, junto con la izquierda anticapitalista y combativa han estado también muchos militantes de base de IU que han participado en los piquetes y manifestaciones mientras sus direcciones siguen manteniendo pactos de gobierno con el PSOE y aplicando políticas social-liberales en comunidades, diputaciones y ayuntamientos. Ésta no es la señal clara y creíble de lucha que millones de trabajadores y trabajadoras necesitan ver para echarse a la calle y oponerse a las políticas de este gobierno.
Por lo tanto y a la espera de que los diversos marcos unitarios puedan discutir como continuar la movilización a partir de ahora, desde Izquierda Anticapitalista defendemos la necesidad de poner en marcha un plan de lucha sostenido que debe incluir toda una batería amplia de propuestas a tales efectos e incluso la de la preparación de una nueva Huelga General. Porque es precisa una movilización social continuada que imponga desde abajo una salida distinta a la crisis de aquella planeada por la “dictadura de los mercados”, patronales y gobiernos. Lo decimos claro: la Huelga General no es para Izquierda Anticapitalista el final de un trabajo sino el comienzo de un combate.
Comunicado de Izquierda Anticapitalista
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