Al paro del 29-S, Porque no fui.

Efectivamente. Empiezo diciendo, bastante avergonzada, yo no fui. Lo importante del tema, sin embargo, no es si un trabajador o trabajadora hace o no una huelga, sino porqué llega a su decisión, o en últimas, si en definitiva tiene capacidad real para decidir hacer efectivo su derecho.

Soy maestra. Trabajo en una Escuela Infantil Pública, por supuesto de gestión indirecta, llevada a cabo por una empresa fuerte, de las más importantes del país, y que prospera, con toda mi seguridad, a costa de los derechos y beneficios de los trabajadores.

Están en distintos sectores sin vocación de servicio, tan solo hace falta la ganancia para meterse en el negocio, y al parecer, la Educación para ellos también lo es. Y es que, la gestión indirecta tiene muchas ventajas: por ejemplo, se les puede infundir tal miedo a los trabajadores, que consiguen que nadie se atreva a secundar una huelga, sea de la importancia que sea.

Los mecanismos para aterrorizar al personal son de los más burdos a los más sofisticados, dependiendo de la cara que se le plante. Cuando se encuentran, en un claustro, con la negativa del personal a decir quién va a hacer la huelga, y se pide que nos digan cuántas personas hacen falta para establecer los servicios mínimos, a los que nadie se niega a cumplir, entonces aparecen otros más sutiles, como el filtrado de información de que se enviaría una lista al ayuntamiento de Madrid no con todas las personas que asumen los servicios mínimos, como es de esperar, sino la de las personas que hacen la huelga.

Y mi pregunta es: ¿para qué querría el Ayto. de Madrid conocer la identidad de trabajadores que no pertenecen al ayto. en teoría, sino a una empresa de gestión indirecta, por ejemplo CLECE S.A., y que se han aunado a la huelga? ¿No es esto sospechoso, siendo el año justo anterior a unas oposiciones para el cuerpo de maestros en esta comunidad autónoma?

La última semana, he tenido que escuchar numerosas conversaciones en las que se hablaba de los miedos que provocaban los piquetes, los temibles piquetes, que según alguno puede que ese día, aprovechen para escupir fuego y comer carne humana cruda.

Esos, que salen a la calle con valor, a defender nuestros derechos, los de todos, los de algunos que vemos como nos los arrebatan sin poder hacer otra cosa que perderlos, porque no podemos perder el trabajo y quedarnos en la calle, y tampoco podemos perder la oportunidad de ingresar en el cuerpo de maestros del estado, de aspirar a más.

A esta maestra aterrorizada, lo que le produce más miedo no son los piquetes, lo que más miedo le produce es la empresa, que te impone los servicios mínimos sin preguntar, que te persigue para que avises con antelación si haces huelga, que te piden que te apuntes en una lista si vas a hacer huelga y que sabes que ya se ha despedido anteriormente a representantes sindicales simplemente por proteger los derechos que nos quieren quitar. Espero que reunamos entre todas fuerzas suficientes para no permitir que lo consigan.

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