El pasado 25 de marzo se celebró un pleno extraordinario en el Ayuntamiento de San Lorenzo de El Escorial a petición del principal grupo de la oposición para solicitar la moratoria de los planes urbanísticos del municipio y la dimisión del concejal de urbanismo Gonzalo Cuesta, implicado en la concesión irregular de permisos para la construcción ilegal de un inmueble en la calle Teresa Berganza Nº31.
A raíz de esta denuncia, naturalmente rechazada por la mayoría municipal del Partido Popular de San Lorenzo, diversos medios de comunicación se hicieron eco de la noticia insistiendo sobre algunas de las enfermedades de nuestro sistema democrático local:
-La Falta de transparencia en la designación de los cargos, y adjudicación de contratas;
-La prevaricación de concejales empresarios, en particular del mundo de la construcción;
-La corrupción de los servidores de los municipios que se sirven del municipio;
La respuesta vengativa, de auto-afirmación y llena de soberbia tanto del concejal de Urbanismo que del alcalde: Fernández Quejo, nos conduce a subrayar, que estos son síntomas que el olor a podrido de nuestras instituciones no se puede remediar sin cambio de representación política - con la jubilación de los fascisto-descendientes - , cambio en las practicas de los políticos - independientemente del su color político - y cambio en los procesos de control popular o ciudadano de la gestión local.
Recordemos que en el caso de San Lorenzo que no se trata solo de la existencia indecente de intereses cruzados del Concejal de Urbanismo con empresas que salen beneficiadas de la política de su concejalía, también estamos confrontado a un regidor que reina con la más absoluta opacidad y patrimonializo el ayuntamiento como si de un simple Establecimiento comercial se tratara. Esto pone al orden del día otra patología de nuestra democracia:
-La falta de rotación en los cargos y el aferramiento a los cargos públicos;
Como solemos defender-lo en Izquierda Anticapitalista, no consideramos que la política sea una profesión, es una responsabilidad que exige dedicación, compromiso y rectitud. Porque se ha de ser el servidor, el esclavo del interés público y de la voluntad popular.
Quizás toque cambiar seriamente y urgentemente la gestión local, pero esta transformación deberá ser acompañada por una nueva actitud ciudadana que se implique y que sea protagonista de esta gestión. Si no fuera el caso nos arriesgaremos a que esta gangrena volviera a aparecer en un miembro sano.
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