
José Luís Burgos es un hombre, un hombre más pero que decidió enfrentarse desde hace dos años por un conflicto hipotecario con el Banco Santander. Este discapacitado barcelonés, de 58 años, resiste cada mañana con su silla de ruedas donde está postrado desde 2008 se posiciona frente a la sede del banco, en el céntrico Paseo de Gracia, para permanecer allí durante 15 horas, sin importar la lluvia o el frío invernal.
La historia del calvario de José Luis se remonta a 2002. Ese año decide reconstruir y rehabilitar una vivienda antigua de su propiedad, en el pueblo de Balsareny, financiando más del 50% del coste con sus ahorros y el resto mediante un crédito hipotecario de 300.000 euros. Hasta aquí, todo correcto. El problema surge cuando tres años después le diagnostican escoliosis.Y apenas seis meses después del dictamen se ve postrado en una silla de ruedas.

Burgos se ve obligado a abandonar su trabajo de profesor y formador de directivos en un despacho mercantil. Solicita la incapacidad a la Seguridad Social, que se la concede, así como una ayuda a la dependencia. Pero esta pensión no le llega para pagar las cuotas hipotecarias. Así que pide ejecutar la póliza del seguro que contrató en su banco junto a la hipoteca. Pasan los meses y se acumulan 32 letras impagadas. Hasta que en abril de 2010 le llega a José Luis un comunicado del Juzgado de Manresa... donde el banco le amenaza con quedarse con su casa.
Es entonces cuando José Luis descubre que la póliza de su seguro sólo asciende a 90.000 euros. “El director de la sucursal de Sallent no me avisó que ése era el límite para firmar un hipoteca sin un certificado médico”, afirma Burgos, que admite realizar "una estupidez" por firmar el seguro sin conocer su cuantía. Ahora denuncia mala fe en el director de la oficina, a quien acusa de querer acelerar la operación y no arriesgar su comisión por un posible rechazo de hipoteca tras el examen médico. "Le intenté convencer para que hablase con la central del Santander en Madrid", asegura Burgos; "pero dice que ha pasado tiempo, que no se acuerda. Se quita de enmedio, vaya".

José Luis se recorre media España explicándole su situación al banco. Pero en la entidad difieren de sus argumentos y afirman que ocultó su enfermedad antes de contratar la hipoteca, algo que él niega rotundamente. "Sufro polio desde que tengo un año de vida y es es evidente a la vista", se defiende José Luis. "Lo que me ha provocó la incapacidad no fue la polio, sino la escoriosis, dos años después de la firma".
El banco no estima sus razones, así que José Luis, que acumula ya dos años de impago, comienza el pasado verano su 'acampada' ante las sede barcelonesa del banco. Pero llega otro mazazo: la entidad fija el 15 de diciembre como fecha para subastar su vivienda. Y es entonces cuando comienza su primer huelga de hambre desde el 30 de noviembre.

“Fue una decisión dura, pero soy consciente de que el morbo es lo que más vende en España; si no me pongo en huelga de hambre, no me habría hecho caso nadie", se lamenta. En las oficinas del banco tomaron nota de la protesta a los pies de sus ventanas. El 16 de diciembre, un día después del plazo marcado para la subasta, la entidad -según la versión de José Luis- le reconoce por primera vez que tiene derecho a la póliza. Y le ofrecen los 90.000 euros de la póliza contratada.
Pero José Luis, que decide abandonar ese día su primera huelga de hambre, rechaza la oferta porque el banco le pide 110.000 euros por costas judiciales y los intereses del impago de las letras atrasadas. “Lo que exijo es cancelar totalmente la hipoteca, aplicar el seguro con efecto retroactivo y que me abonen hasta el último céntimo gastado en abogados, desplazamientos, procuradores y materiales de mi campaña". Una cifra que este barcelonés eleva a 40.000 euros...
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