¡Manifestación urgente ante la embajada tunecina en Madrid el jueves 13 de enero a las 19h.!
Según datos de sindicalistas, militantes y medios alternativos tunecinos ya han sido asesinadas más de cincuenta personas solo en los últimos tres días. El número total desde que comenzaron las revueltas se desconoce, y la cifra de heridos, detenidos, torturados y desaparecidos es difícil de calcular. El Gobierno está reprimiendo las manifestaciones, convocadas a diario, a través de la policía y el ejercito, a los que ha dado vía libre para usar cualquier medio. Estos acuden a las concentraciones armados con martillos en lugar de porras y han sustituido las pelotas de goma por balas reales. Las fuerzas de Ben Alí han llegado al extremo de abrir fuego contra los asistentes al funeral de tres adolescentes asesinados pocos días antes durante una protesta.
Hay pueblos y ciudades enteramente aislados por las fuerzas del gobierno o donde han sido tomadas medidas que van desde el toque de queda hasta las detenciones ilegales. A las 12 de la noche del martes 11 de enero llegan noticias desde barrios de la capital asediados por la policía y el ejército, que habría usado de nuevo armas de fuego contra los manifestantes, provocando de nuevo -según algunas fuentes- una decena de muertos.
Las revueltas comenzaron de forma espontánea en el centro del país el día 17 de diciembre, cuando la policía le confiscó sus mercancías a un informático desempleado que se dedicaba a la venta ambulante. El joven, ante la agresión de la policía, se suicidó al grito de “no al paro, no a la miseria”. Esto desencadenó movilizaciones entre la población local, que fueron respaldadas por las localidades vecinas. Se desató a partir de aquí una ola de manifestaciones en zonas cada vez más amplias de Túnez, a las que se unieron pronto grupos de campesinos, obreros, mineros, estudiantes y parados, junto con colectivos de abogados, periodistas y artistas contrarios al régimen.
Una huelga general se anuncia para los próximos tres días en las principales ciudades del país. Ha aumentado también el número de personas que se han suicidado como forma de protesta, muchas de estas quemándose a lo bonzo; entre ellos se cuenta incluso un estudiante de bachillerato. Ante esto el Gobierno ha reaccionado cortando la electricidad en numerosos barrios de la capital después de que una mujer con sus tres hijos amenazara con matarse subiéndose a los cables de alta tensión. Los estudiantes toman parte cada vez más activamente en las revueltas, en su condición de futuros parados o trabajadores precarios, posicionándose firmemente contra los ataques neoliberales y la situación política y económica actuales.
Ante esto, la comunidad internacional se calla, o se limita a llamar la atención al Presidente por su incapacidad para mantener la “calma” entre los ciudadanos. Francia ha llegado más lejos, declarando que sus relaciones con Túnez son buenas y que van a seguir siéndolo. Sin embargo en París, en Berlín y en otras ciudades europeas ya se han convocado concentraciones frente a las embajadas tunecinas por parte de organizaciones de izquierdas y anticapitalistas.
Por eso Izquierda Anticapitalista, a petición, además, de un grupo de activistas tunecinos residentes en el Estado Español, y otros grupos que se irán sumando a lo largo del día, convoca el jueves 13 a las 19h. una concentración frente a la Embajada de Túnez en Madrid, situada en la Avda. Alfonso XIII 64, Metro Avda. de la Paz.
Alma Allende, militante de Izquierda Anticapitalista
Desde hace 23 años que asumió el poder mediante un golpe de estado, el dictador Ben Ali viene reprimiendo al pueblo de manera feroz. En estos últimos días la colera popular estalló por los atropellos policiales y la falta de recursos para atender necesidades básicas de la población. En estas horas son ya más de 60 los muertos censados, la mayoría por disparos con intención de matar, todos en el bando popular. El toque de queda está vigente y la policia y el ejército, que han cerrado escuelas y universidades, vigilan la capital y las ciudades del interior del país.
Sin embargo la población tunecina, como ya fue el caso con motivo de las "Revueltas del pan" hace unos años, está mostrando su valentía y su determinación para luchar contra el sanguinario régimen. Desgraciadamente son piedras contra metralletas los enfrentamientos en los barios de las ciudades.
Para la Unión Europea Ben Ali es un dictador bueno porque defiende sus intereses en la zona y porque su sistemática represión ha reducido también la capacidad de los islamistas radicales. El gobierno español, por su parte, en este caso al igual que en el caso del Sahara Occidental, está del lado de los opresores.
No basta con decir que el régimen de Ben Ali es corrupto, que lo es y muchísimo. Hay que exigir el respeto de los derechos democráticos en Túnez, el fin de la represión sangrienta, el castigo a los culpables de esta represión y la satisfacción de las demandas populares.
Hay que popularizar la lucha de los jóvenes y el pueblo tunecino contra su régimen criminal. Informaciones circulan por Internet. Denunciemos al asesino Ben Ali y a la Unión Europea por ser su cómplice.
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