Las asociaciones de propietarios. El monstruo de los vecinos.

No he podido evitar escribir respecto a un asunto que se da muy a menudo en nuestro entorno y no está exento de polémica en la Sierra Norte de Madrid como en diversos municipios del Estado.

Usaré el razonamiento inductivo, el cual consiste en obtener conclusiones generales a partir de indicios que contienen datos particulares, para exponer el caso de la asociación “vecinal” del lugar donde vivo y resido. Las comillas al nombrar dicho tipo de asociación se debe a que en la forma poco se parece a esto y en la práctica mejor callar.

Veamos unas preguntas corrientes y sencillas para llegar a una conclusión genérica del asociacionismo vecinal:
¿Conocen ustedes asociaciones donde la estructura es puramente jerarquizada y sus miembros no residen en dichos municipios? ¿Conocen ustedes empadronamientos y censos electorales un tanto extraños en proporción las personas con las que se observa cotidianamente en su municipio? ¿Conocen ustedes relaciones habituales entre los presidentes de dichas asociaciones y alcaldes o concejales de dicho municipio, o incluso dichas asociaciones tengan concejales?

Si la respuesta es sí, no se sorprenda, ni tampoco si ha podido contestar unívocamente a todas de modo afirmativo, dichas preguntas vienen a estar interrelacionadas.

El poder que reside en estas asociaciones es enorme para municipios que tengan una población escasa como sucede en este caso en la Sierra Norte de Madrid. Esto se debe a que el desarrollismo basado en la construcción para dichas poblaciones ha generado su propio monstruo: “las asociaciones vecinales”, ya que los ayuntamientos se han podido financiar de las obras y de los impuestos que se les puede cobrar, pero con ello han conseguido que personas que no conocen la realidad en la que se encuentran los vecinos, exijan derechos a costa de la pérdida de servicios inalienables.
Mientras a unos les asfaltan las calles, les colocan alumbrado y les hacen llegar agua potable a lugares fuera del núcleo urbano (por ello obtuvieron una casa a bajo precio, entre otros), muchos vecinos ven como pierden los CAPIs (Centros de Acceso Público a Internet), sus bibliotecas, venden patrimonio público (como casas rurales), cierran casitas de niños o  diversos centros se encuentran inhabilitados debido al coste de mantenimiento (agua, luz, calefacción), etc.

La toma de decisiones realmente populares deben ser mediante procesos de participación ciudadana periódicos, con horarios afines a los habitantes del municipio y no sólo a los segundos-residentes-censados de fin de semana, vacaciones y “visitas de sol caliente para barbacoa”. De este modo, se podría conocer empíricamente la realidad diaria y las necesidades socio-económicas de los vecinos, es decir, de los que habitan el municipio.
Agregados son los debates en los cuales se quiere entrar sobre qué es barrio o qué es urbanización, así como la defensa a ultranza de solicitar infraestructuras por pagar impuestos en una segunda residencia, que por serlo, queda demostrada esa diferencia en su nivel económico.

¿Le pide a Botella y Cia. que no le suba el billete de metro?,¿una reducción de la contaminación inferior a los limites de la UE?, ¿calles más limpias (no sólo las de Serrano)?, ¿tasas de basura sin subidas?, ¿fondos públicos para educación o sanidad y no a la privada?, ¿que no le privaticen el agua en su primera residencia? Igual es momento de que empiece a hacerlo, pero al “monstruo” le cuesta menos atacar cuando son mayoría.

Atrevámonos pues a sustituir la palabra “vecino” , aunque por definición les legitime a llamarse de tal modo, siendo  el <<que tiene casa y hogar en un pueblo, y contribuye a las cargas o repartimientos, aunque actualmente no viva en él. >>. Aunque también podremos afirmar que las asociaciones no son vecinales porque quienes las componen forman parte de núcleos de segunda residencia en la que sus propietarios no pernoctan asiduamente, sólo lo hacen en tiempo vacacional o fines de semana en los que el tiempo acompañe y claro…visto así , según la definición de la RAE, hasta Emilio Botín (Santander) o Francisco González (BBVA) e incluso los campistas frecuentes en la zona, son mis vecinos y de muchos de nosotros… entre desahucios e hipotecas cada día tenemos alguno de estos “vecinos” más cerca.

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