
A la hora de producir la película las instituciones financieras les cerraron las puertas, consecuencia de que sea el primer largometraje español financiado popularmente (aportaciones populares, algunas de pequeñas productoras y participación del equipo técnico y artístico) que llegue a los cines.
Pero ahora que toca promocionar la obra varios canales de televisión se niegan a presentar un producto susceptible de conducir a los espectadores a la Rebelión. El problema no es el genero de cine de atracos, sino el contenido social que ofrece rostros y almas a la indignación en España.

Lo que lanzan intuitivamente y con motivaciones promocionales estos artistas, puede convertirse, en la situación tensa en la que vivimos, en la chispa que prenda la desobediencia civil y el cuestionamiento generalizado del Estado de Derecha.

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