Las diferentes manifestaciones de dichas crisis que se encuentran desde hace tiempo en el seno de nuestra sociedad se han podido constatar con más claridad a finales de la primera década del siglo XXI con el problema financiero que contagió al mundo pero que casualmente puede coincidir también con fechas cercanas al cenit del petróleo. Todas las personas del globo nos enfrentamos actualmente al intento por parte de las élites política y empresariales (la clase dominante) de mantener y reforzar totalmente su sistema, debido a esa “aldea global económica” que se impulsó a principios de los años 90 del siglo pasado y que deberá ir en retroceso ya que se ha demostrado que su funcionamiento no ha creado más que desigualdades evidentes con tasas crecientes de empobrecimiento de los pueblos a costa de transferencias a las capas altas de éstos. Ya por la segunda mitad del siglo XIX se expresaban “Donde no existe la igualdad, la libertad es mentira”, y no les faltaba razón. Nos volvieron, llegamos a ser esclavos al dinero, y con ello mercantilizaron nuestras vidas.
Cáncer, el organismo produce un exceso de células de modo incontrolado. Este sistema también necesita crecer exponencialmente, necesita superarse respecto a un año base anterior incesantemente sin plantearse que los modelos teóricos exponenciales no pueden aplicarse en un mundo con recursos finitos. ¿Vamos a esperar a caer al abismo cuando la escasez de recursos básicos para la supervivencia sean insustituibles?
A nivel Estado podemos aglutinar los mencionados anteriormente más el desempleo descontrolado (tasas de paro históricas, 1 de 4 no trabajan), desahucios constantes y crecientes; juventud sin perspectivas y trabajadores sin seguridad; detenciones legalmente cuestionables con endurecimiento de leyes penales, incapacidad de la política institucional de solventar los problemas desde un parlamento; privatización del todos los entes estatales de uso público; aumento de impuestos y tasas. Junto a todo esto nos encontramos un escepticismo espectacular en la población respecto la política y debido a ello, un desapego a la realidad para afrontarla; despolitización de las masas perfectamente orquestada desde las pautas ministeriales a las escuelas y empresariales desde los medios de comunicación para tener analfabetos políticos que culpan al vecino de sus males sin preguntarse qué no ha hecho por cambiar su situación. Desconociendo su condición de clase.
Ante este panorama donde queda demostrado que los estados son el mismo capital, tal como fueron diseñados y en épocas de crisis se manifiestan claramente. La herramienta clave de la clase dominante para el capital.
Ahora el trabajo asalariado escasea debido a que la riqueza que genera la economía no da la tasa de beneficio deseable, por lo que la financiarización gana total prioridad. Los asalariados, los trabajadores ya no son tan necesarios, la mano de obra abunda, incluso la cualificada para sus designios. La crisis no es tanto en cuanto del propio sistema, sino aún más si cabe de la sociedad excluida de este rol sumiso durante largas décadas para gozar de una vida medianamente digna, si es que es digno ser sumisa toda la vida.
Tantas causas intolerables por las que manifestar un cambio integral en nuestras vidas que hoy ya empezaron a entrar las más duras por la puerta en los países “desarrollados” donde algunos pensaron que esa situación que vive el resto de la humanidad no le llegaría. Se sigue destruyendo el estado de bienestar que hizo de contrarrevolución en los movimientos críticos antihegemónicos que cedieron poco a poco terreno.
La deshumanización y anulación del ser debido al trabajo monótono en su especialización nos ha alienado evitando capacidades que generen una iniciativa real de contestación que no sólo nazca de la necesidad de subsistencia, sino de un reclamo por el ser y no el tener, de la reflexión constructiva y no a una critica destructiva, un antimaterialismo frente al consumismo, realizando un elogio a la pereza para llamar a la inteligencia que nos lleve a la buena vida, por la que debemos encauzar enérgica como urgentemente a esta nueva era post-capitalista.
Dado que nunca “el fin puede justificar los medios”, tenemos en nuestras manos por primera vez la capacidad de crear una sociedad diferente donde los medios sean humanos para conseguir unos fines justos para todos.
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