La Marea Verde recorre El Escorial

Era una tarde soleada y espléndida, el 14 de Octubre, un día antes de la gran manifestación mundial por el cambio global. Éste fue evidentemente un acto mucho más modesto y local, pero el espíritu que la animaba era igual de universal, y por lo que allí luchábamos era ni más ni menos la clave del futuro: el preservar la enseñanza pública, universal (para todos), laica y, por supuesto, gratuita.

Desde el instituto de la villa de El Escorial hasta el Juan de Herrera en San Lorenzo, hay una larga caminata. Éramos alrededor de 200 personas entre padres, alumnos y profesores.

Ocupábamos las aceras en esa tarde en la que el sol otoñal brillaba y calentaba como si quisiera regalarnos una primavera fuera de tiempo, como si el astro nos apoyara, como si con sus rayos nos transmitiera un mensaje: "Siempre brillaré y calentaré los corazones de los que no se rinden ante el viento helado de la avaricia, del lucro y de la desigualdad".

Una vez en el gimnasio del Juan de Herrera, celebramos una asamblea, hablamos padres, profes y alumnos. Hablamos de mantener las protestas y actividades relacionadas con éstas.

La presencia los domingos en la plaza de la Constitución de San Lorenzo de las camisetas verdes debe continuar como las asambleas de los lunes para coordinar las actividades y, una idea nueva, las noches verdes, celebradas en los institutos, en la que diversas actividades lúdicas como la proyección de películas y documentales, con posterior debate o actuaciones musicales sean puesta al servicio de una reflexión crítica y activa.

Hay mucho que hacer, el enemigo es poderoso y juega con ventaja, tiene a su servicio los medios de comunicación de masas y el poder económico (que es el único y verdadero poder al que, por cierto, nadie vota), pero contamos con el hecho de que los afectados por sus perversas políticas de recortes sociales son la mayoría de la población. Si trabajamos bien, la conciencia de que nos está arrebatando el futuro cundirá. Seremos muchos, cada vez más, el 99% y además, tenemos razón.

Landa, El pirata rojo.

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